Siempre la adversidad contra un terremoto......

Tan de vacaciones que hasta se me olvidó que tenía un blog, tanto descanso que hasta las palabras se han tomado una pausa. Tanta flojera que hasta los pensamientos se niegan a relucir su belleza. Lo verdadero es que me he tomado un descanso en todo sentido, dígase de dormir, llámese de no escribir o refiérase de planificar lo que se viene en la universidad.

Veamos. Pienso que la lluvia de pensamientos o llamémoslo de sentir cosas se ha agotado, no para siempre. Sino que por un tiempo, por que siento que cuando escribo tengo que sentirme regañado por la mala fortuna o por la felicidad en su plenitud. Y Esta vez soy prisionero de la incertidumbre, preso de la tranquilidad. Es como cuando ocurre un terremoto que devasta una ciudad por completo, viene el periodo que es el de reconstrucción que los puedo dividir en algunos puntos:

Levantar paredes: que en el caso de mi persona las paredes son la confianza que se destruyó.

Calmar el miedo de la ciudadanía por la ocurrencia que vuelva a pasar otro temblor: en este caso es calmar al corazón y no buscar a ninguna persona por un largo tiempo hasta sanar todas las heridas.

Preparar a la ciudadanía con simulacros para que a la próxima vez que se mueva el piso las personas estén preparadas para ir a un lugar seguro: en este punto sería que si conozco a una persona debo caminar sigilosamente y con una pizca de pavor hasta no conocerla en su totalidad.

Desconfiar de la naturaleza: la naturaleza es igual a los hombres, por cada crédito que les das hay un trecho muy corto con la traición. Seguir siendo perseverante con la peor raza, con la raza más traicionera que Dios plantó en la tierra y que se simplifica en confiar en tu enemigo, allí está el carro de la victoria.

No mirar el reloj ni el calendario: no mirar el tiempo en que ocurrieron los acontecimientos, si no que mirar la persona en la que te haz convertido con el tiempo.

El sueño y el cansancio son los únicos que pueden derrotaIr a un gigante, pero el desamor te alimenta de la traición, te nutre de la adversidad y te convierte en el peor verdugo de las fechorías del enemigo.

Hoy soy esclavo del terremoto y la tormenta, mañana no lo sé